lunes, 23 de febrero de 2015

JENNY BASTIDAS, un alma musical


 Por: Jefferson Herrera
Producción Centro Cultural Mamacuchara



Jenny Bastidas Bastidas pertenece a la fila de flautas de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito. Ingresó cuando tenía 19 años de edad y desde entonces ha sido testigo de los altos y bajos de esta agrupación, experiencias vividas que, según ella, la han ayudado a crecer no solo como artista sino como ser humano. Desde el Auditorio Raúl Garzón del Centro Cultural Mamacuchara, lugar donde ensaya de lunes a viernes, compartió con nosotros este breve diálogo.



PRODUCCIÓN: ¿Por qué la música? ¿Por qué ser músico?

JENNY: Me apasiona mucho la música y me apasiona mucho mi trabajo como artista. No fue fácil dedicarme a una profesión como esta, siempre fui una excelente alumna y mis padres tenían otras expectativas laborales para mí. Recuerdo a mí padre cuestionándome “¿Pensarás vivir de eso hijita?”, pero mi anhelo por ser flautista hizo que decidiera ser músico.

P: La música académica, incluyendo a bandas y orquestas sinfónicas,  ha sido considerado por muchos como un mundo dominado por hombres, ¿qué tan difícil fue ser una mujer músico en los inicios de una de las principales bandas sinfónicas de la ciudad?

J: Siempre me he considerado una mujer con buen carácter y eso me ha permitido llevar muchas situaciones con la mayoría de mis compañeros hombres. Hubo una temporada, no muy larga, en la que fui la única mujer en la agrupación. Sin embargo, nunca he tenido problemas o dificultades que hayan pasado a mayores, creo que la clave está en ser profesionales y aprender a manejar las situaciones que se puedan dar.         

P: En un universo de instrumentos ¿por qué la flauta?


J: En realidad fue una coincidencia. Yo estudié en el colegio Simón Bolívar y para una agrupación que había allí los demás instrumentos ya estaban ocupados. Ya no pude escoger la guitarra, el piano o el clarinete,  así que preferí elegir la flauta para no quedarme sin instrumento, y ahí empezó todo. 

P: Hablando de tu trayectoria en la Banda Sinfónica ¿cómo ingresaste a esta agrupación?

J: Yo fui miembro, en el año 1989, de la Banda Juvenil y de la Banda de Vientos y Percusión del Gobierno de la Provincia de Pichincha, en diciembre de ese mismo año se abrió la invitación para los músicos que desearan formar parte un una nueva agrupación que pertenecería al Municipio. Así que algunos músicos  hablamos con el maestro Julio Bueno y en ese mismo mes empezamos con los ensayos. En enero de 1990 hubo una selección porque no todos iban a poder ser parte del proyecto y desde entonces soy parte de la Banda Sinfónica.

P: Llevas 25 años con la banda, la conoces como a una de tus hijas ¿cómo ha sido la experiencia?

J: Ingresar a la Banda después de una selección fue hermoso, éramos 70 músicos en un proyecto nuevo. Yo tenía apenas 18 años y compartir escena con maestros y músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional o de Guayaquil fue muy enriquecedor para mí; aprendí mucho  no solo como artista sino como persona. Fue realmente emocionante poder explorar mi pasión por la flauta y sentarme con músicos más experimentados.

Actualmente rescato la versatilidad que nos caracteriza como agrupación, interpretamos desde bombas hasta obras académicas como Carmina Burana, esta cualidad permite que lleguemos a nuestros públicos específicos de manera distinta.

P: Es un cuarto de siglo el que has estado junto a la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito, ¿qué te han dejado estos 25 años?

J: Me deja la satisfacción de haberme dedicado a algo que siempre amé, la música. No me veo en otro trabajo que no sea la de músico. Me siento realizada no solo como artista profesional sino también como persona ya que puedo decir que vivo de la música, y gracias a esto puedo darles a mis hijos todo lo necesario.


P: ¿Cómo artista qué esperas de las entidades públicas, privadas y de los gestores culturales en función de la música?

J: Espero que las autoridades entiendan nuestro trabajo, muchas leyes actuales no comprenden nuestra labor. Como artistas realizamos una labor distinta a la de otros profesionales, jamás dejamos de estudiar y prepararnos para cada concierto, y eso me gustaría que se entienda desde las distintas esferas administrativas de la sociedad.

P: Para terminar, ¿qué representa la música para ti?


J: Un maestro, Jorge Salgado, me decía que un pueblo sin música no existe, y yo siempre he compartido esa idea. La música es parte de la esencia de las personas, de la humanidad. Todos de una u otra forma buscamos la forma de musicalizar nuestro entorno y eso se debe a que no podemos separar a la música de lo que somos como individuos.





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