viernes, 7 de julio de 2017

Estrenos absolutos en el proyecto Nuestra Música

Jefferson Herrera, Producción Centro Cultural Mamacuchara

La técnica, complejidad y belleza que caracterizan a la música académica logran que su interpretación sobre el escenario seduzca e impresione a cada oído; cada instrumentista, cantante u orquesta tiene ante sí el reto de ejecutar un concierto y sobrecoger al público a través del sonido, generar emociones y sensaciones que solo en ese momento podrá ser posible, esa única experiencia en la que la esencia etérea del arte sonoro está presente.     

La Fundación Teatro Nacional Sucre y el Centro Cultural Mamacuchara presentan Nuestra Música académica: estrenos absolutos, un proyecto que pretende llevar a escena obras inéditas de compositores ecuatorianos, que serán interpretadas por dos elencos con varios años de trayectoria artística, la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito y el Coro Mixto Ciudad de Quito. La versatilidad y trabajo de ambas agrupaciones podrá ser admirada por todos, en el escenario del Teatro Nacional Sucre.

Los compositores Marcelo Beltrán, Giovanny Mera, Tadashi Maeda, Jorge Oviedo y Eduardo Florencia han entregado su trabajo al Centro Cultural Mamacuchara, para ser presentadas en el marco del proyecto Nuestra Música.  

Catequilla de Tadashi Maeda, obra que plantea fusionar dos géneros tradicionales ecuatorianos y trabajarlos con técnicas de composición y creación japonesas.





Concertino para saxofón alto y banda sinfónica de Marcelo Beltrán, que nos propone adentrarnos al sonido del saxofón en medio de un encuentro con las demás secciones de una banda sinfónica, y sin embargo también genera una evocación a distintos géneros de la música ecuatoriana.





Tonada y pasillo de Eduardo Florencia, creación en la que el compositor busca una conjugación entre ciertos componentes de la música popular ecuatoriana y el rigor técnico propio de la escritura académica, proponiendo una constante exploración de texturas sonoras. 





Cantatacero de Jorge Oviedo, es composición que consta de tres secciones basadas en la poesía del escritor Euler Granda,  para banda sinfónica, coro mixto y tenor solista. César Espinoza, ex integrante del Coro Mixto Ciudad de Quito y actual director del Coro Juvenil, ha sido invitado a cantar la parte solista de esta obra.


Evocación a Dolores Cacuango de Giovanny Mera, obra que reivindica, a través de la música y el poema de César Albornoz, a una de las dirigentes indígenas y sociales más destacadas del Ecuador, la vida y lucha de Dolores Cacuango. 



Con la conducción de Juan Manuel Carrión, y la dirección musical de Leonardo Cárdenas (excepto para la obra "Cantacero" que será dirigida por el mismo compositor), Nuestra Música podrá en valor el trabajo artístico musical de compositores contemporáneos que se encuentran vigentes y trabajando por la cultura de nuestro país.



martes, 1 de noviembre de 2016

CENTRO CULTURAL MAMACUCHARA Y COMITÉ CENTRAL DEL BARRIO LA LOMA, UN TRABAJO EN CONJUNTO

Por: Jefferson Herrera, Producción Centro Cultural Mamacuchara



El desarrollo de la promoción y difusión cultural va más allá de la realización de un concierto, de la puesta en escena de una obra  dancística o teatral o de una muestra de arte plástico. Hablar de desarrollo artístico–cultural  implica analizar todo un proceso en el que intervienen varios actores que permitirán, de manera integral, transmitir los valores que únicamente el quehacer de los artistas y de todos quienes, de una u otra forma, están involucrados en esta labor, pueden generar.

Así, la promoción y difusión cultural es una construcción en la que varios pilares son fundamentales: artistas, instituciones públicas, privadas, centros educativos y organizaciones de diversa índole; en este contexto, el Centro Cultural Mamacuchara (CCMC), sede permanente de 9 elencos musicales (7 profesionales y 2 de formación),  lleva a cabo sus actividades en varios  espacios bajo la modalidad de co-producción. Y, precisamente una de las organizaciones con las que ha venido trabajando desde hace tres años aproximadamente es el Comité Central de La Loma Grande, tradicional barrio en el cual se encuentra el CCMC, y desde el cual se articula el trabajo del variado grupo de elencos que lo conforman.


 El Auditorio Raúl Garzón se perfila como el escenario donde cada mes se concreta y visibiliza el trabajo en conjunto que realizan el Centro Cultura Mamacuchara y el Comité Central de La Loma Grande. Conciertos donde el talento y trabajo de nuestras agrupaciones es apreciado por la comunidad del sector: los sonidos andinos de la Orquesta de Instrumentos Andinos, los vientos metal y madera de la Banda Sinfónica Metropolitana, la seducción de las cuerdas junto al Ensamble de Guitarras de Quito, la gama vocal de nuestros Coros o el repertorio tradicional y latinoamericano de Yavirac y Voz Mestiza han llenado de alegría las noches del barrio a través del arte musical; el carisma del púbico lomeño y de sectores aledaños nutren cada puesta en escena y alimentan con cada aplauso el trabajo de nuestros músicos.

Para el Arq. Marco Rubio, presidente del Comité Central de La Loma, uno de los objetivos principales de esta labor conjunta es aportar de manera significativa mediante el arte y la cultura y para esto se realiza tareas específicas: “El Comité toma parte en la promoción y difusión de los distintos eventos así como en  tareas específicas, como por ejemplo brindar un refrigerio tanto a los artistas como a los organizadores de cada concierto. El Centro Cultural, por su parte, nos entrega el material que nosotros distribuimos, proporciona todo el equipo técnico y el escenario. De esta forma mostramos a nuestro barrio enmarcado en un concepto vivo y dinámico.”Afirma además que el Comité Central se siente respaldado al trabajar en el desarrollo de actividades artísticas y culturales con el CCMC, el realizar eventos con artistas y músicos profesionales así como con un personal técnico con experiencia, motiva a todos quienes forman parte de esta organización comunitaria.

  
El trabajo coordinado, además de la organización mensual de los conciertos, se ha manifestado también en  ocasiones en las que una labor mancomunada es esencial; tal como sucedió días después de que un terremoto sacudiera a la costa ecuatoriana el pasado 16 de abril. Gracias a la gestión y planificación conjunta del Comité Central y de la Coordinación del CCMC, la Mamacuchara se convirtió en lugar de acopio de donaciones para   los damnificados, todos los moradores de La Loma demostraron su solidaridad contribuyendo con comida, agua, ropa y medicinas, así la calidad humana de la comunidad quedó marcada sobre la base de un trabajo en mancomunado.


Rubio afirma que el Centro Cultural Mamacuchara es visto por  los habitantes de La Loma y de sus alrededores como un ente generador de cultura y cuyas propuestas artísticas siempre serán acogidas y apoyadas. “Seguir estrechando lazos y aunando esfuerzos para vincularnos con la comunidad en pos de la cultura es nuestra meta en relación al Centro Cultural”.


Así, al final de la calle Rocafuerte, en pleno centro histórico, el Mamacuchara continúa siendo el punto donde nacen los sonidos que el arte sonoro nos permite sentir; melodías que posibilitan que el día a día se conjugue con una sola esencia: la música.   


viernes, 16 de septiembre de 2016

Misa Ecuatoriana de Segundo Cóndor, a un año de su partida


Por: Tatiana Carrillo, Coordinadora Centro Cultural Mamacuchara

Fotografía: Marko Bizarro

Corría diciembre del año 1957 y nuestra ciudad recibía a uno de sus hijos que se convertiría en uno de los referentes más importantes del quehacer musical ecuatoriano. Desde muy temprano empezó su formación musical autodidacta, a pesar de la oposición de sus padres, lo que lo llevó a practicar a escondidas instrumentos de percusión, cuerda, viento y piano, aunque la guitarra fue siempre su preferida.



 Varios grupos musicales tuvieron el gusto de tenerlo entre sus filas: La gran Sociedad, Los Titos, Don Medardo y sus players; y otros fueron producto de su creación: el Trío Colibrí, la Orquesta de Instrumentos Andinos, de la que fue uno de sus fundadores e integrante por 25 años.





Con una generosidad reconocida por quienes compartieron parte de su vida, Segundo Cóndor inculcó el arte a sus hijos, despertando en tres de ellos esta vocación musical que ahora la defienden, de la mano de su recuerdo.











Innumerable es el legado que Segundo ha dejado a su país y hoy, al recordar un año de su partida, la Orquesta de Instrumentos Andinos se une al Coro Mixto Ciudad de Quito, Coro Infantil, Coro Juvenil y Escuela Lírica para, con la dirección de Tadashi Maeda, presentar una de sus obras más representativas: La Misa Ecuatoriana. Esta obra que está basada en la liturgia católica y ritmos tradicionales ecuatorianos –sanjuanito, bomba, pasacalle, yaraví y yumbo- será presentada en agradecimiento a Segundo Cóndor, el hombre, el músico, el padre, el amigo.





Teatro Nacional Sucre
23 de septiembre - 19h30
Entrada gratuita

Dirección musical: Tadashi Maeda
Preparación vocal: César Espinoza
Elencos: Orquesta de Instrumentos Andinos, Coro Mixto Ciudad de Quito, Coro Juvenil, Coro Infantil y Escuela Lírica



Programa:
Primera parte
1.      Segundito compañero!!                     Giovanny Mera

2.      Vocalizo                                             Marcelo Beltrán                                             
(A la memoria de Segundo Cóndor)          Solista: Andrea Cóndor

3.      Retrato de Segundo                            Tadashi Maeda  

4.      Segundito                                           Milton Arias
               
5.      Yu Pay Chani Pacha Mama                Enrique Sánchez       
Orquesta de Instrumentos Andinos
Coro Mixto Ciudad de Quito


Segunda parte

Orquesta de Instrumentos Andinos, Coro Mixto Ciudad de Quito, Escuela Lírica,
 Coro Juvenil, Coro Infantil

Misa Ecuatoriana                              Segundo Cóndor                    (1957 - 2015)

I.                    Canto de entrada                    Bomba
II.                 Señor ten piedad                    Danzante
III.               Gloria                                     Vals - Pasillo
IV.              Santo                                      Yumbo
V.                 Padre nuestro                         Albazo - Bomba
VI.              Cordero de Dios                     Fox incaico
VII.            Canto de salida                       Pasacalle




viernes, 12 de agosto de 2016

Fin de temporada: grandes proyectos y mucho aprendizaje

Por: Tatiana Proaño, Productora Centro Cultural Mamacuchara

Archivo FTNS

El Arco de Santo Domingo se presta como marco para dirigirnos a través de la calle Rocafuerte, a un lugar, en donde lo único que se respira es música y talento. Al finalizar esta calle, nos encontramos con el Centro Cultural Mamacuchara, importante gestor cultural, encargado de albergar y dar vida a 9 agrupaciones musicales que ensayan diariamente en este espacio. Dentro de los objetivos de este Centro Cultural se encuentran tres ejes fundamentales: producciones propias, co-producciones y servicio a la comunidad, y con estos ejes gestiona una fuerte agenda cada año.

Recargados de energía, las agrupaciones comenzaron el 2016, brindando al público eventos de calidad en diferentes barrios de la ciudad. A ritmo de música cubana y brasileña, el Coro Mixto Cuidad de Quito presentó “Antesala de Carnaval”, bajo la dirección musical de Luis Castro, director invitado. 




























La Escuela Lírica hizo suspirar al público que se dio cita al Teatro México al concierto Contigo aprendí. El Ensamble de Guitarras de Quito, rindió un sentido homenaje a Agustín Barrios-Nitsuga Mangoré, al cumplirse 127 años de su nacimiento. La Banda Sinfónica Metropolitana de Quito realizó un concierto de música popular en el Teatro México, el primer concierto con su actual director titular, Leonardo Cárdenas, además, fue parte del primer concierto, del emblemático Proyecto Nuestra Música, junto a Karla Kanora y el Trío Pambil. Fue parte del Verano de las Artes Quito 2016, con un concierto de música ecuatoriana, y también como parte del show de Alci Acosta. 



























La Orquesta de Instrumentos Andinos conmemoró una de las festividades más importantes de los Andes, el “Inti Raymi”, con el concierto Día del Sol Recto.  Finalizó su temporada con dos conciertos junto al reconocido grupo Charijayac, uno en el Parque Itchimbía, y otro con el Teatro Nacional Sucre completamente lleno.



























El grupo Yavirac rindió tributo a la Dama de la Canción Nacional, Doña Carlota Jaramillo, llenando por completo el aforo del Teatro México; y, ese mismo espacio, se unió al Coro Mixto Ciudad de Quito para presentar "Fina estampa", con la dirección musical de Tadashi Maeda. Voz Mestiza, estrenó obras inéditas de varios compositores ecuatorianos en “Nueva Composición”. El Coro Infantil visitó el Auditorium Brazos en Capelo y concluyó su temporada de conciertos. El Coro Juvenil evocó en su recital “Canto a la vida”, al amor, la esperanza, la unidad; y participó en la tercera edición del Festival Voces desde la Mitad del Mundo, concluyendo, de esta manera, su primera temporada de trabajo.



























A mediados de este año, la Fundación Teatro Nacional Sucre estrenó uno de los musicales más conocidos y esperados: Los Miserables, basado en el libro de Víctor Hugo. Este evento contó con la participación del Coro Mixto Ciudad de Quito, Coro Infantil, Coro Juvenil, Escuela Lírica y músicos de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito.  

Paralelamente a estos eventos y como un servicio a la comunidad, el Centro Cultural Mamacuchara ha realizado aproximadamente 100 conciertos en lo que va del año. Además, ha creado vínculos con nuevos aliados, que trabajan en conjunto para llegar con el arte y la música a nuevos espacios y públicos.


Es para nosotros como Centro Cultural Mama Cuchara de la Fundación Teatro Nacional Sucre, muy emotivo y satisfactorio ver tantas sonrisas y vivir tantos buenos momentos junto al público que asistió a los eventos que programamos desde que inició este año. Estamos seguros que la segunda temporada que comenzará en el mes de septiembre, vendrá llena de sorpresas y mucha música. 


jueves, 5 de mayo de 2016

La música detrás de los elencos

Por: Pedro Bermejo, Comunicación FTNS

En una de las tantas salas del laberíntico Centro Cultural Mama Cuchara, al contrario que en otras, no suena el rasgueo de ninguna guitarra, el chorro de voz de ninguna cantante o el suave sonido de la quena. No es que en esta aula la música no esté presente, al contrario, es precisamente en esta habitación, en la que reina un silencio sepulcral, donde se crea la mayoría de música que interpretan las diferentes agrupaciones que ensayan en este histórico edifico convertido en colmena musical. Giovanni Mera y Marcelo Beltrán son los dos protagonistas, que, como demiurgos musicales, componen y arreglan la música que, posteriormente los elencos de la Fundación Teatro Nacional Sucre, interpretan para el público de la ciudad. Para conocer un poco más su invisible pero sonoro trabajo, con cientos de partituras amontonadas sobre sus escritorios y las pantallas de sus computadoras llenas de notas musicales, los dos experimentados compositores hablaron sobre su día a día, sus proyectos y la historia del equipo de composición y arreglos.

E.: ¿Qué tipo de formación y experiencia tienen previa a ingresar a trabajar como compositores de la FTNS?
Giovanni Mera: Formación básica tuve en el Conservatorio Nacional de Música y la formación más profunda fue sobre todo autodidacta. Hacíamos aquí mismo en la Mamacuchara muchos talleres de estudio con compañeros, en los que participábamos junto a otros compositores del país como Jorge Oviedo, Leonardo Cárdenas, Raúl Garzón, Marcelo Ruano. Con ellos hacíamos grupos de estudio con material que se conseguía en el exterior, que aquí no teníamos acceso a literatura de ese tipo, más especializada. Igualmente, cada vez que venía algún maestro del exterior también se realizaban talleres o intentaba tener clases particulares con ellos. Entonces, es el caso del maestro Pérez Puente, con él pude tomar clases de composición ya directamente. La mayor fuente de mi formación sería con él en clases particulares.

E.: ¿Desde qué año trabaja aquí?
G.M.: Yo volví a entrar al Municipio en el 2000, me parece. Yo hice parte de la Orquesta de Instrumentos Andinos, de los músicos fundadores de la Orquesta (1990), entonces yo estuve con ellos bastante tiempo. Luego salí del Municipio y salí del país a hacer algunas giras con algún grupo y algunas veces regresé a la Orquesta de Instrumentos Andinos. Luego me fui nuevamente y regresé, esta vez, a trabajar en el Estudio de Grabación de aquí mismo, en la Mamacuchara.

E.: Marcelo Beltrán, ¿cuál es su formación y experiencia  previa? 
Marcelo Beltrán: Similar. La formación musical básica y generalista hecha en el conservatorio. Yo tengo un título como guitarrista en el Conservatorio, pero las formación como arreglista y compositor, dadas las carencias que en ese momento habían acá, son en la mayoría de casos hechas de manera autodidactica y, como ya refirió Giovanni, en la comunidad de compositores que nos reuníamos, o de aspirantes a arreglistas y compositores, que nos reuníamos a proveernos de nuestra propia formación. Aparte de eso, exactamente igual que Giovanni, uno de los maestros más influyentes en mi formación como compositor es Jose Angel Pérez Puentes, cubano residente en Ecuador. Aparte de eso, han contribuido en mi formación Gerardo Guevara, Julio Bueno, en fin, he tratado de extraerles todo lo que se puede a los maestros, Mesías Maiguashca, Arturo Rodas, los que podría mencionar. Yo ingresé al Municipio hace ya 24 años. Ingresé cuando la Banda Sinfónica nacía únicamente como proyecto, ingresé como copista de música de la Banda Sinfónica. Posteriormente, se constituyó un departamento de desarrollo y difusión en el que había un equipo de investigadores. Fue una etapa en la que uno trabajaba haciendo un poco de todo, multidisciplinario: investigación, levantamiento de partituras, colaboración con algunas publicaciones. Y se consolidó este Taller de Composición con el que hicimos una temporada bastante interesante allá por el fin del siglo pasado, sobre todo de 1998 al 2000 fue bastante prolífico. Luego vino una etapa un poco de decaimiento de esta estructura y en esa etapa fui nombrado director del Ensamble de Guitarras de Quito, este cargo lo ejercí hasta el año 2008. Entonces, durante ese periodo mi trabajo fue de director del Ensamble de Guitarras y la producción musical de composición y de arreglística fue algo secundario, aunque siempre se mantuvo por cuenta propia, y la producción básicamente estuvo orientada a nutrir el repertorio del Ensamble de Guitarras. A partir del 2008 me reintegro a esta sección, en la que nos encontramos ahora Giovanni y yo, para proveer del repertorio que las agrupaciones necesitan.

E.: ¿Qué objetivo tiene este equipo?
G.M.: En un principio, realmente el objetivo era justamente el objetivo del Departamento de Desarrollo y Difusión Musical, que era buscar el desarrollo de la música  ecuatoriana. Entonces, nuestro departamento era básicamente eso, con nuestro trabajo, tanto arreglístico como compositivo, tratar de que la música ecuatoriana, principalmente, se vea, podríamos decir, elevada a un nivel superior. 

M.B.: Se trata de establecer un proceso lógico en ese sentido. Es decir, desde la investigación de los procesos musicales, tanto urbanos como rurales campesinos, desde la investigación hasta la sistematización pasando por los hallazgos investigados, y la posterior producción y puesta en valor de música nueva en base de aquello que se había investigado. Eso originalmente era el proyecto, pero bueno, no quiero sonar lastimero, pero  necesariamente hay que mencionarlo, las políticas del gobierno local y la política general de reducción del tamaño del Estado condujeron a reducir al mínimo el personal de esta entidad, tanto así que agrupaciones como la Banda Sinfónica estuvieron a punto de desaparecer. Entonces, claro, se perdieron de vista estos procesos investigativos, de archivo, de documentación y demás, y de alguna manera lo que queda ahora es producto de aquello y nuestro trabajo actualmente un poco lo que apunta es a nutrir a las agrupaciones de repertorio nuevo cuando la ocasión lo amerita, pero en el 90% de casos es arreglar música para necesidades específicas de las agrupaciones.

E.: ¿Cómo es el proceso desde que se elige el repertorio hasta la puesta en escena?
G.M.: Básicamente, hay un proyecto, podría ser con la Banda Sinfónica, que podría ser, por ejemplo, de música sacra. Se determina cuál va a ser el programa, si va a ser Banda Sinfónica sola o Banda Sinfónica con coro.  A veces, se arma el repertorio conjuntamente, piden nuestra opinión. Otras veces nos indican los temas que hay que hacer, y nosotros trabajamos para la agrupación correspondiente.

M.B.: Sí es importante mencionar que hay una apertura en el sentido de que nosotros podemos proponer nuestros propios proyectos de composición y de arreglística también, no siempre con éxito pero se hace. Entonces, de pronto proponemos o, mejor dicho, contraproponemos. Ahora mismo, por ejemplo, hay en ciernes un proyecto del Ensamble de Guitarras para arreglar para el conjunto de música de Agustín Barrios, este guitarrista paraguayo. Y bueno, la idea es que sencillamente las agrupaciones, por lo general, nos dan la idea del proyecto, y nos dejan absolutamente abierto el camino de que nosotros escojamos el estilo y la forma que le vamos a dar a la música que va a ponerse en escena. Es decir, no existe, por parte de las agrupaciones, una cosa específica que nos digan cómo quieren que suene exactamente. Eso es una tarea absolutamente propia de los arreglistas y de los compositores, se dan las pautas generales, por supuesto, para que no haya cosas que no quepan dentro de lo propuesto, pero básicamente tenemos mucha libertad creativa en ese sentido, lo cual, por supuesto, agradecemos.

E.: ¿Se podría comparar un poco su trabajo con el de traducir de una lengua a otra cuando hacen arreglos para los diferentes formatos?
M.B.: Sí, por supuesto. Dependiendo de la agrupación para la que se escriba.

G.M.: En caso de adaptar algo ya hecho para otra agrupación, yo creo que sí.

M.B.: Se han hecho adaptaciones de orquesta sinfónica para la Banda, por ejemplo, incluso para el Ensamble de Guitarras también. La mayor carga actualmente es arreglística. La música popular ecuatoriana, por ejemplo, dándole el formato de banda sinfónica para que pueda ser tocado por esos instrumentos o dándole el formato del Ensamble de Guitarras. En el caso del Ensamble de Guitarras, por ejemplo, es muy decidor, digamos es un ejemplo paradigmático porque no existe un repertorio, aparte del que nosotros hemos producido acá, un repertorio ecuatoriano para ese tipo de agrupación. Igual para la Orquesta de Instrumentos Andinos, sólo aquí se produce música para esa orquesta, los compañeros de la orquesta que también componen y nosotros.  Entonces, estas dos agrupaciones en particular probablemente sean las que más necesiten de nuestro aporte en este sentido.

E.: Por ejemplo, ¿cómo fue el proceso para preparar el concierto de la Orquesta de Instrumentos Andinos con Gustavo Santaolalla?
G.M.: Él mandó el repertorio y nosotros teníamos que hacer los arreglos para que la Orquesta de Instrumentos Andinos lo acompañe. En el caso de él, para no tener dificultades en el momento del montaje, se le envió las maquetas que teníamos y él regresaba sugerencias sobre qué es lo que le parecía que pueda funcionar o lo que podría tal vez aumentarse, y se hacían cambios.
M.B.: Con él, en particular, fue un trabajo bastante sui generis; fue una línea de trabajo bastante fluida, con él se podía hablar, conversar, incluso hacer sugerencias. Fue una experiencia interesante. Yo diría que supuso más bien un reto, en el sentido de tratar de entendernos estilísticamente, más que desde un punto de vista técnico. Desde ese punto de vista, la música de Santaolalla no es complicada, entonces por ese lado no hubo ningún inconveniente.

E.: ¿Qué proyectos les han presentado más retos o dificultades?
G.M.: Dificultades creo que nos presentan los proyectos en los que hay música en los que nosotros no estamos muy imbuidos, o sea no es parte de nuestra especialidad. Por ejemplo, el jazz fue duro, porque se necesita tener cierta especialización. Todo esto presenta dificultades, pero hay otros que presentan retos, como lo de Santaolalla, que podía ser trabajoso pero era algo muy estimulante.

M.B.: Otro proyecto de esos que recuerdo con bastante gusto fue justamente con la Orquesta de Instrumentos Andinos, cuando acompañó a Víctor Heredia. Eso fue un trabajo que salió sencillamente bien.

G.M.: Otro que también me gustó fue con Sal y Mileto. Fue un rock fuerte.

M.B.: Eso fue realmente algo nuevo, por lo menos en mi experiencia. Yo no provengo de una vena rockera y jamás había hecho rock. Tuvimos que arreglar, igual, para la Orquesta de Instrumentos Andinos con Sal y Mileto, que es un rock bastante pesado, pero funcionó. Fue muy interesante en realidad la fusión. Esas son las partes estimulantes, cuando hay la oportunidad de abordar otro tipo de géneros desde una visión más fresca, más renovadora.

G. M.: Aparte de eso, creo que una cosa muy estimulante y que lamentablemente ya no se da, es poder presentar nuestras composiciones, nuestros proyectos en formatos grandes. O sea, no una cancioncita para tal evento, sino una obra, que hemos presentado antes y ahora ya no.

M.B.: Giovanni y yo hemos tenido la oportunidad de escribir para lo que se llamaba el Concierto de Campanarios. Por ejemplo, eso era una cosa interesante que representaba un verdadero reto para el compositor. Personalmente, tuve la oportunidad de hacer una obra de una hora de duración que se presentó en la Plaza de San Francisco con toda la infraestructura, con dos coros en escena, con la Banda Sinfónica, con la Orquesta de Instrumentos Andinos, con ballets, hasta nos bajaron las campanas de La Compañía. Entonces, sin pretender llegar a esa dimensión de espectáculo que eventualmente se tiene que abordar, pero que no se puede hacer todos los días, sí añoramos nosotros la posibilidad de tener nuestra música propia más en escena con nuestras agrupaciones. Ahora, Tadashi nos ha hecho una propuesta bastante interesante, con la cual estoy bastante entusiasmado. Es aquella de presentar una serie de cuentos infantiles con títeres y con música de la Orquesta de Instrumentos Andinos y, esta vez sí, con música propia. Son una especie de óperas pequeñitas con títeres y, realmente, si eso resulta yo creo que será el proyecto más emblemático de composición de este año, si es que no se presenta una cosa mejor.

E.: ¿Qué proyectos están trabajando en este momento?
G.M.: En el momento estamos con tres proyectos: para el Ensamble de Guitarras con música de Agustín Barrios, para el grupo Yavirac junto al Coro Mixto y piano, un proyecto de música popular latinoamericana, y el proyecto que acaba de decir Marcelo, musicalizar estos cuentos.

E.: ¿Cuánto tiempo de trabajo les puede tomar, por ejemplo, el de Yavirac y el Coro Mixto?
G.M.: Bueno, puede ser indistinto, pero ahora no nos puede llevar más que hasta fin de mes, o sea, ese es el plazo. Generalmente trabajamos por plazos.

M.B.: Bueno, hay épocas y épocas, pero, digamos, así idealmente, el promedio histórico de producción nuestra es aproximadamente un arreglo por semana.

G.M.: O sea, haciendo el promedio porque hay épocas de vacas flacas y de repente, como ahora, nos llega todo así.

E.: ¿Para el Festival de Música Sacra tuvieron que trabajar bastante?
M.B.: No, este año no ha habido nada para Música Sacra, pero hay otros elencos que de pronto en Música Sacra están sin mucho trabajo, entonces hay que darles actividad.

G.M.: Justamente ahora lo que estamos haciendo es para que puedan tener actividad después de Música Sacra.

M.B.: Sí, ese es un fenómeno que suele ocurrir. Cuando hay un evento de estos, como música Sacra, como el Festival de Jazz, pasa el evento y hay como un bajón. Entonces, un poco es cubrir eso, tener ya el material preparado para que la gente salga de un evento y enseguida comience a preparar otro.

E.: Aparte de su trabajo para los elencos, ¿componen con otros grupos?
G.M.: Nuestro trabajo compositivo va más allá de los límites del Centro Cultural. O sea, nosotros hemos seguido presentando trabajos. Yo he hecho algunos trabajos para, por ejemplo, una orquesta de cámara en Ambato que presentó un ballet que hice hace unos dos años; con la Orquesta Sinfónica Nacional ha habido la oportunidad de hacer arreglos y cosas así, música ecuatoriana, proyectos con grupos musicales.

M.B.: Ahora mismo, en mi caso, estoy con el ensamble Tushpar, 12 percusionistas. Ellos me han encargado y eso, claro, es un proyecto personal mío, que está por fuera de la institución. Estoy componiendo una serie de piezas para conmemorar un aniversario más de su creación. Así mismo, estoy componiendo un concierto para saxofón y banda sinfónica, por pedido del saxofonista, que igual probablemente lo vaya a tocar nuestra Banda Sinfónica, pero igual es un proyecto que está por fuera de la institución. En fin, como dice Giovanni, la actividad compositiva es algo que no puede hacerse únicamente en las ocho horas que nosotros permanecemos aquí. Como dirían por ahí, es un estilo de vida.

E.: ¿Desde cuándo están ustedes solos en este equipo?
G.M.: Desde que les mandaron a todos, jajaja.

M.B.: Giovanni se quedó sólo durante bastante tiempo. En los momentos éramos como siete. Es justamente en la época que te mencionaba, que fue como la más prolífica, que fue entre el 98 y el 99. Y claro, luego venían unos, se iban otros… Desde inicios de los 2000 hasta acá, Giovanni ha sido, digamos, el eje transversal. Yo estuve durante esos primeros años de siglo con el Ensamble de Guitarras, luego en el 2008 me reintegré, como te contaba, y estaban también Marco Orozco y Cristina Breilh. Entonces, estuvimos los cuatro un par de años, y más o menos desde el 2010 estamos solos los dos.