Por: Jefferson Herrera
Jenny Bastidas Bastidas pertenece a la fila de flautas de
la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito. Ingresó cuando tenía 19 años de edad y desde entonces ha sido testigo de los altos y bajos de esta
agrupación, experiencias vividas que, según ella, la han ayudado a crecer no
solo como artista sino como ser humano. Desde el Auditorio Raúl Garzón del
Centro Cultural Mamacuchara, lugar donde ensaya de lunes a viernes, compartió
con nosotros este breve diálogo.
PRODUCCIÓN:
¿Por qué la música? ¿Por qué ser músico?
JENNY:
Me apasiona mucho la música y me apasiona mucho
mi trabajo como artista. No fue fácil dedicarme a una profesión como esta,
siempre fui una excelente alumna y mis padres tenían otras expectativas
laborales para mí. Recuerdo a mí padre cuestionándome “¿Pensarás vivir de eso
hijita?”, pero mi anhelo por ser flautista hizo que decidiera ser músico.
P:
La música académica, incluyendo a bandas y orquestas sinfónicas, ha sido considerado por muchos como un mundo
dominado por hombres, ¿qué tan difícil fue ser una mujer músico en los inicios
de una de las principales bandas sinfónicas de la ciudad?
J: Siempre me he considerado una mujer con buen carácter y
eso me ha permitido llevar muchas situaciones con la mayoría de mis compañeros
hombres. Hubo una temporada, no muy larga, en la que fui la única mujer en la
agrupación. Sin embargo, nunca he tenido problemas o dificultades que hayan
pasado a mayores, creo que la clave está en ser profesionales y aprender a manejar
las situaciones que se puedan dar.
P:
En un universo de instrumentos ¿por qué la flauta?
J: En realidad fue una coincidencia. Yo estudié en el
colegio Simón Bolívar y para una agrupación que había allí los demás
instrumentos ya estaban ocupados. Ya no pude escoger la guitarra, el piano o el
clarinete, así que preferí elegir la
flauta para no quedarme sin instrumento, y ahí empezó todo.
P:
Hablando de tu trayectoria en la Banda Sinfónica ¿cómo ingresaste a esta
agrupación?
J: Yo fui miembro, en el año 1989, de la Banda Juvenil y de
la Banda de Vientos y Percusión del Gobierno de la Provincia de Pichincha, en
diciembre de ese mismo año se abrió la invitación para los músicos que desearan
formar parte un una nueva agrupación que pertenecería al Municipio. Así que
algunos músicos hablamos con el maestro
Julio Bueno y en ese mismo mes empezamos con los ensayos. En enero de 1990 hubo
una selección porque no todos iban a poder ser parte del proyecto y desde
entonces soy parte de la Banda Sinfónica.
P:
Llevas 25 años con la banda, la conoces como a una de tus hijas ¿cómo ha sido
la experiencia?
J: Ingresar a la Banda después de una selección fue hermoso,
éramos 70 músicos en un proyecto nuevo. Yo tenía apenas 18 años y compartir
escena con maestros y músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional o de Guayaquil
fue muy enriquecedor para mí; aprendí mucho
no solo como artista sino como persona. Fue realmente emocionante poder
explorar mi pasión por la flauta y sentarme con músicos más experimentados.
Actualmente rescato la versatilidad que nos
caracteriza como agrupación, interpretamos desde bombas hasta obras académicas
como Carmina Burana, esta cualidad permite que lleguemos a nuestros públicos
específicos de manera distinta.
P:
Es un cuarto de siglo el que has estado junto a la Banda Sinfónica
Metropolitana de Quito, ¿qué te han dejado estos 25 años?
J: Me deja la satisfacción de haberme dedicado a algo que
siempre amé, la música. No me veo en otro trabajo que no sea la de músico. Me
siento realizada no solo como artista profesional sino también como persona ya
que puedo decir que vivo de la música, y gracias a esto puedo darles a mis
hijos todo lo necesario.
P:
¿Cómo artista qué esperas de las entidades públicas, privadas y de los gestores
culturales en función de la música?
J: Espero que las autoridades entiendan nuestro trabajo,
muchas leyes actuales no comprenden nuestra labor. Como artistas realizamos una
labor distinta a la de otros profesionales, jamás dejamos de estudiar y
prepararnos para cada concierto, y eso me gustaría que se entienda desde las
distintas esferas administrativas de la sociedad.
P:
Para terminar, ¿qué representa la música para ti?
J: Un maestro, Jorge Salgado, me decía que un pueblo sin
música no existe, y yo siempre he compartido esa idea. La música es parte de la
esencia de las personas, de la humanidad. Todos de una u otra forma buscamos la
forma de musicalizar nuestro entorno y eso se debe a que no podemos separar a
la música de lo que somos como individuos.
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