Por: Pedro Bermejo, Comunicación FTNS
En una de las
tantas salas del laberíntico Centro Cultural Mama Cuchara, al contrario que en
otras, no suena el rasgueo de ninguna guitarra, el chorro de voz de ninguna
cantante o el suave sonido de la quena. No es que en esta aula la música no
esté presente, al contrario, es precisamente en esta habitación, en la que
reina un silencio sepulcral, donde se crea la mayoría de música que interpretan
las diferentes agrupaciones que ensayan en este histórico edifico convertido en
colmena musical. Giovanni Mera y Marcelo Beltrán son los dos protagonistas,
que, como demiurgos musicales, componen y arreglan la música que,
posteriormente los elencos de la Fundación Teatro Nacional Sucre, interpretan
para el público de la ciudad. Para conocer un poco más su invisible pero sonoro
trabajo, con cientos de partituras amontonadas sobre sus escritorios y las
pantallas de sus computadoras llenas de notas musicales, los dos experimentados
compositores hablaron sobre su día a día, sus proyectos y la historia del
equipo de composición y arreglos.
E.: ¿Qué tipo de formación y experiencia tienen previa a ingresar a
trabajar como compositores de la FTNS?
Giovanni Mera: Formación básica tuve en
el Conservatorio Nacional de Música y la formación más profunda fue sobre todo
autodidacta. Hacíamos aquí mismo en la Mamacuchara muchos talleres de estudio
con compañeros, en los que participábamos junto a otros compositores del país
como Jorge Oviedo, Leonardo Cárdenas, Raúl Garzón, Marcelo Ruano. Con ellos
hacíamos grupos de estudio con material que se conseguía en el exterior, que
aquí no teníamos acceso a literatura de ese tipo, más especializada.
Igualmente, cada vez que venía algún maestro del exterior también se realizaban
talleres o intentaba tener clases particulares con ellos. Entonces, es el caso
del maestro Pérez Puente, con él pude tomar clases de composición ya
directamente. La mayor fuente de mi formación sería con él en clases
particulares.
E.: ¿Desde qué año trabaja aquí?
G.M.: Yo volví a entrar al Municipio en el 2000, me parece. Yo hice parte
de la Orquesta de Instrumentos Andinos, de los músicos fundadores de la
Orquesta (1990), entonces yo estuve con ellos bastante tiempo. Luego salí del Municipio
y salí del país a hacer algunas giras con algún grupo y algunas veces regresé a
la Orquesta de Instrumentos Andinos. Luego me fui nuevamente y regresé, esta
vez, a trabajar en el Estudio de Grabación de aquí mismo, en la Mamacuchara.
E.: Marcelo Beltrán, ¿cuál es su formación y
experiencia previa?
Marcelo Beltrán: Similar. La formación
musical básica y generalista hecha en el conservatorio. Yo tengo un título como
guitarrista en el Conservatorio, pero las formación como arreglista y
compositor, dadas las carencias que en ese momento habían acá, son en la
mayoría de casos hechas de manera autodidactica y, como ya refirió Giovanni, en
la comunidad de compositores que nos reuníamos, o de aspirantes a arreglistas y
compositores, que nos reuníamos a proveernos de nuestra propia formación.
Aparte de eso, exactamente igual que Giovanni, uno de los maestros más
influyentes en mi formación como compositor es Jose Angel Pérez Puentes, cubano
residente en Ecuador. Aparte de eso, han contribuido en mi formación Gerardo
Guevara, Julio Bueno, en fin, he tratado de extraerles todo lo que se puede a
los maestros, Mesías Maiguashca, Arturo Rodas, los que podría mencionar. Yo
ingresé al Municipio hace ya 24 años. Ingresé cuando la Banda Sinfónica nacía
únicamente como proyecto, ingresé como copista de música de la Banda Sinfónica.
Posteriormente, se constituyó un departamento de desarrollo y difusión en el
que había un equipo de investigadores. Fue una etapa en la que uno trabajaba
haciendo un poco de todo, multidisciplinario: investigación, levantamiento de
partituras, colaboración con algunas publicaciones. Y se consolidó este Taller
de Composición con el que hicimos una temporada bastante interesante allá por
el fin del siglo pasado, sobre todo de 1998 al 2000 fue bastante prolífico.
Luego vino una etapa un poco de decaimiento de esta estructura y en esa etapa
fui nombrado director del Ensamble de Guitarras de Quito, este cargo lo ejercí
hasta el año 2008. Entonces, durante ese periodo mi trabajo fue de director del
Ensamble de Guitarras y la producción musical de composición y de arreglística
fue algo secundario, aunque siempre se mantuvo por cuenta propia, y la
producción básicamente estuvo orientada a nutrir el repertorio del Ensamble de
Guitarras. A partir del 2008 me reintegro a esta sección, en la que nos
encontramos ahora Giovanni y yo, para proveer del repertorio que las
agrupaciones necesitan.
E.: ¿Qué objetivo tiene este equipo?
G.M.: En un principio, realmente el
objetivo era justamente el objetivo del Departamento de Desarrollo y Difusión
Musical, que era buscar el desarrollo de la música ecuatoriana. Entonces,
nuestro departamento era básicamente eso, con nuestro trabajo, tanto
arreglístico como compositivo, tratar de que la música ecuatoriana,
principalmente, se vea, podríamos decir, elevada a un nivel superior.
M.B.: Se trata de establecer un proceso
lógico en ese sentido. Es decir, desde la investigación de los procesos
musicales, tanto urbanos como rurales campesinos, desde la investigación hasta
la sistematización pasando por los hallazgos investigados, y la posterior
producción y puesta en valor de música nueva en base de aquello que se había
investigado. Eso originalmente era el proyecto, pero bueno, no quiero sonar
lastimero, pero necesariamente hay que
mencionarlo, las políticas del gobierno local y la política general de
reducción del tamaño del Estado condujeron a reducir al mínimo el personal de
esta entidad, tanto así que agrupaciones como la Banda Sinfónica estuvieron a
punto de desaparecer. Entonces, claro, se perdieron de vista estos procesos
investigativos, de archivo, de documentación y demás, y de alguna manera lo que
queda ahora es producto de aquello y nuestro trabajo actualmente un poco lo que
apunta es a nutrir a las agrupaciones de repertorio nuevo cuando la ocasión lo
amerita, pero en el 90% de casos es arreglar música para necesidades
específicas de las agrupaciones.
E.: ¿Cómo es el proceso desde que se
elige el repertorio hasta la puesta en escena?
G.M.: Básicamente, hay un proyecto,
podría ser con la Banda Sinfónica, que podría ser, por ejemplo, de música
sacra. Se determina cuál va a ser el programa, si va a ser Banda Sinfónica sola
o Banda Sinfónica con coro. A veces, se
arma el repertorio conjuntamente, piden nuestra opinión. Otras veces nos
indican los temas que hay que hacer, y nosotros trabajamos para la agrupación
correspondiente.
M.B.: Sí es importante mencionar que
hay una apertura en el sentido de que nosotros podemos proponer nuestros
propios proyectos de composición y de arreglística también, no siempre con
éxito pero se hace. Entonces, de pronto proponemos o, mejor dicho,
contraproponemos. Ahora mismo, por ejemplo, hay en ciernes un proyecto del
Ensamble de Guitarras para arreglar para el conjunto de música de Agustín
Barrios, este guitarrista paraguayo. Y bueno, la idea es que sencillamente las
agrupaciones, por lo general, nos dan la idea del proyecto, y nos dejan
absolutamente abierto el camino de que nosotros escojamos el estilo y la forma
que le vamos a dar a la música que va a ponerse en escena. Es decir, no existe,
por parte de las agrupaciones, una cosa específica que nos digan cómo quieren
que suene exactamente. Eso es una tarea absolutamente propia de los arreglistas
y de los compositores, se dan las pautas generales, por supuesto, para que no
haya cosas que no quepan dentro de lo propuesto, pero básicamente tenemos mucha
libertad creativa en ese sentido, lo cual, por supuesto, agradecemos.
E.: ¿Se podría comparar un poco su
trabajo con el de traducir de una lengua a otra cuando hacen arreglos para los
diferentes formatos?
M.B.: Sí, por supuesto. Dependiendo de
la agrupación para la que se escriba.
G.M.: En caso de adaptar algo ya hecho
para otra agrupación, yo creo que sí.
M.B.: Se han hecho adaptaciones de
orquesta sinfónica para la Banda, por ejemplo, incluso para el Ensamble de
Guitarras también. La mayor carga actualmente es arreglística. La música
popular ecuatoriana, por ejemplo, dándole el formato de banda sinfónica para
que pueda ser tocado por esos instrumentos o dándole el formato del Ensamble de
Guitarras. En el caso del Ensamble de Guitarras, por ejemplo, es muy decidor,
digamos es un ejemplo paradigmático porque no existe un repertorio, aparte del
que nosotros hemos producido acá, un repertorio ecuatoriano para ese tipo de
agrupación. Igual para la Orquesta de Instrumentos Andinos, sólo aquí se
produce música para esa orquesta, los compañeros de la orquesta que también
componen y nosotros. Entonces, estas dos
agrupaciones en particular probablemente sean las que más necesiten de nuestro
aporte en este sentido.
E.: Por ejemplo, ¿cómo fue el proceso
para preparar el concierto de la Orquesta de Instrumentos Andinos con Gustavo
Santaolalla?
G.M.: Él mandó el repertorio y nosotros
teníamos que hacer los arreglos para que la Orquesta de Instrumentos Andinos lo
acompañe. En el caso de él, para no tener dificultades en el momento del
montaje, se le envió las maquetas que teníamos y él regresaba sugerencias sobre
qué es lo que le parecía que pueda funcionar o lo que podría tal vez
aumentarse, y se hacían cambios.
M.B.: Con él, en particular, fue un
trabajo bastante sui generis; fue una línea de trabajo bastante fluida, con él
se podía hablar, conversar, incluso hacer sugerencias. Fue una experiencia
interesante. Yo diría que supuso más bien un reto, en el sentido de tratar de
entendernos estilísticamente, más que desde un punto de vista técnico. Desde
ese punto de vista, la música de Santaolalla no es complicada, entonces por ese
lado no hubo ningún inconveniente.
E.: ¿Qué proyectos les han presentado
más retos o dificultades?
G.M.: Dificultades creo que nos
presentan los proyectos en los que hay música en los que nosotros no estamos
muy imbuidos, o sea no es parte de nuestra especialidad. Por ejemplo, el jazz
fue duro, porque se necesita tener cierta especialización. Todo esto presenta
dificultades, pero hay otros que presentan retos, como lo de Santaolalla, que
podía ser trabajoso pero era algo muy estimulante.
M.B.: Otro proyecto de esos que
recuerdo con bastante gusto fue justamente con la Orquesta de Instrumentos
Andinos, cuando acompañó a Víctor Heredia. Eso fue un trabajo que salió
sencillamente bien.
G.M.: Otro que también me gustó fue con
Sal y Mileto. Fue un rock fuerte.
M.B.: Eso fue realmente algo nuevo, por
lo menos en mi experiencia. Yo no provengo de una vena rockera y jamás había
hecho rock. Tuvimos que arreglar, igual, para la Orquesta de Instrumentos
Andinos con Sal y Mileto, que es un rock bastante pesado, pero funcionó. Fue
muy interesante en realidad la fusión. Esas son las partes estimulantes, cuando
hay la oportunidad de abordar otro tipo de géneros desde una visión más fresca,
más renovadora.
G. M.: Aparte de eso, creo que una cosa
muy estimulante y que lamentablemente ya no se da, es poder presentar nuestras composiciones,
nuestros proyectos en formatos grandes. O sea, no una cancioncita para tal
evento, sino una obra, que hemos presentado antes y ahora ya no.
M.B.: Giovanni y yo hemos tenido la
oportunidad de escribir para lo que se llamaba el Concierto de Campanarios. Por ejemplo, eso era una cosa interesante
que representaba un verdadero reto para el compositor. Personalmente, tuve la
oportunidad de hacer una obra de una hora de duración que se presentó en la
Plaza de San Francisco con toda la infraestructura, con dos coros en escena,
con la Banda Sinfónica, con la Orquesta de Instrumentos Andinos, con ballets,
hasta nos bajaron las campanas de La Compañía. Entonces, sin pretender llegar a
esa dimensión de espectáculo que eventualmente se tiene que abordar, pero que
no se puede hacer todos los días, sí añoramos nosotros la posibilidad de tener
nuestra música propia más en escena con nuestras agrupaciones. Ahora, Tadashi
nos ha hecho una propuesta bastante interesante, con la cual estoy bastante
entusiasmado. Es aquella de presentar una serie de cuentos infantiles con
títeres y con música de la Orquesta de Instrumentos Andinos y, esta vez sí, con
música propia. Son una especie de óperas pequeñitas con títeres y, realmente,
si eso resulta yo creo que será el proyecto más emblemático de composición de
este año, si es que no se presenta una cosa mejor.
E.: ¿Qué proyectos están trabajando en
este momento?
G.M.: En el momento estamos con tres
proyectos: para el Ensamble de Guitarras con música de Agustín Barrios, para el
grupo Yavirac junto al Coro Mixto y piano, un proyecto de música popular
latinoamericana, y el proyecto que acaba de decir Marcelo, musicalizar estos
cuentos.
E.: ¿Cuánto tiempo de trabajo les puede
tomar, por ejemplo, el de Yavirac y el Coro Mixto?
G.M.: Bueno, puede ser indistinto, pero
ahora no nos puede llevar más que hasta fin de mes, o sea, ese es el plazo.
Generalmente trabajamos por plazos.
M.B.: Bueno, hay épocas y épocas, pero,
digamos, así idealmente, el promedio histórico de producción nuestra es
aproximadamente un arreglo por semana.
G.M.: O sea, haciendo el promedio
porque hay épocas de vacas flacas y de repente, como ahora, nos llega todo así.
E.: ¿Para el Festival de Música Sacra tuvieron
que trabajar bastante?
M.B.: No, este año no ha habido nada
para Música Sacra, pero hay otros elencos que de pronto en Música Sacra están
sin mucho trabajo, entonces hay que darles actividad.
G.M.: Justamente ahora lo que estamos
haciendo es para que puedan tener actividad después de Música Sacra.
M.B.: Sí, ese es un fenómeno que suele
ocurrir. Cuando hay un evento de estos, como música Sacra, como el Festival de
Jazz, pasa el evento y hay como un bajón. Entonces, un poco es cubrir eso,
tener ya el material preparado para que la gente salga de un evento y enseguida
comience a preparar otro.
E.: Aparte de su trabajo para los
elencos, ¿componen con otros grupos?
G.M.: Nuestro trabajo compositivo va
más allá de los límites del Centro Cultural. O sea, nosotros hemos seguido
presentando trabajos. Yo he hecho algunos trabajos para, por ejemplo, una
orquesta de cámara en Ambato que presentó un ballet que hice hace unos dos
años; con la Orquesta Sinfónica Nacional ha habido la oportunidad de hacer
arreglos y cosas así, música ecuatoriana, proyectos con grupos musicales.
M.B.: Ahora mismo, en mi caso, estoy
con el ensamble Tushpar, 12 percusionistas. Ellos me han encargado y eso,
claro, es un proyecto personal mío, que está por fuera de la institución. Estoy
componiendo una serie de piezas para conmemorar un aniversario más de su
creación. Así mismo, estoy componiendo un concierto para saxofón y banda
sinfónica, por pedido del saxofonista, que igual probablemente lo vaya a tocar
nuestra Banda Sinfónica, pero igual es un proyecto que está por fuera de la
institución. En fin, como dice Giovanni, la actividad compositiva es algo que
no puede hacerse únicamente en las ocho horas que nosotros permanecemos aquí.
Como dirían por ahí, es un estilo de vida.
E.: ¿Desde cuándo están ustedes solos
en este equipo?
G.M.: Desde que les mandaron a todos,
jajaja.
M.B.: Giovanni se quedó sólo durante
bastante tiempo. En los momentos éramos como siete. Es justamente en la época
que te mencionaba, que fue como la más prolífica, que fue entre el 98 y el 99.
Y claro, luego venían unos, se iban otros… Desde inicios de los 2000 hasta acá,
Giovanni ha sido, digamos, el eje transversal. Yo estuve durante esos primeros
años de siglo con el Ensamble de Guitarras, luego en el 2008 me reintegré, como
te contaba, y estaban también Marco Orozco y Cristina Breilh. Entonces,
estuvimos los cuatro un par de años, y más o menos desde el 2010 estamos solos
los dos.